Pocas ciudades europeas como Córdoba disponen de un conjunto tan numeroso y homogéneo de molinos hidráulicos, representativos además de una reforma tan trascendente para la historia de la ingeniería hidráulica como fue la difusión del molino de regolfo.

Así, el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía, declaró en 2009 Bien de Interés Cultural y acordó inscribir en el Catálogo general del Patrimonio Histórico Andaluz, como monumentos, los molinos situados en el curso del río Guadalquivir a su paso por la ciudad de Córdoba.

Estas construcciones ofrecen un gran valor histórico y etnológico como muestras de la arquitectura preindustrial en un entorno de especial interés paisajístico y cultural. Los once molinos que hoy subsisten en nuestra ciudad son el resultado de una dilatada historia, pasando por diferentes fases constructivas, distintas funciones y diversos propietarios durante los últimos siglos.

Además, gran parte de los mismos se encuentran ubicados en una zona de interés medioambiental como son los «Sotos de la Albolafia», monumento natural protegido desde 2001 por la Junta de Andalucía.

Desde el IMGEMA – Real Jardín Botánico de Córdoba, mantenemos este compromiso de conservación y difusión cultural y educativa con la gestión de los molinos de Nuestra Señora de la Alegría, Martos y San Antonio, asegurando que este valioso patrimonio histórico y arquitectónico llegue a las generaciones futuras.

Con esta iniciativa se pretende no sólo conocer y admirar unos edificios, en este caso unos molinos, sino también comprender su funcionamiento, e intentar revivir la vida cotidiana de aquellos que empeñaron sus vidas en diferentes labores en el marco de la ribera del Guadalquivir a su paso por Córdoba.

Se trata de poner en valor la cultura del agua, con sus paisajes y sus espacios, como cuna de nuestra historia local, de interpretar la riqueza de nuestro legado cultural y natural, potenciar una educación dirigida a toda la población, centrada en el reconocimiento del río como generador de servicios saludables, culturales, ambientales y también económicos. Reivindicar el río como un espacio público y de aprendizaje e incorporar al paisaje urbano las riberas como elementos naturales de salud, cultura y biodiversidad.